La causalidad del cáncer es compleja, siendo el entorno ambiental, laboral y los hábitos de vida, factores de riesgo muy importantes para su desarrollo. En este sentido, según la Agenda de Investigación de la NIOSH-USA, los tres factores que de forma más relevante contribuyen a la carga de cáncer son: el tabaco, la dieta y la ocupación. Aunque la etiología del cáncer es multifactorial y algunos de los factores implicados son de difícil modificación, los cánceres causados por el trabajo pueden ser prevenidos y evitados eliminando las exposiciones a sustancias cancerígenas. La trascendencia de esta afirmación radica en la amplitud de población laboral expuesta. La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo estima que más de 32 millones de personas están expuestos a cancerígenos en la Unión Europea.
Sin embargo, es posible tener una aproximación a la exposición laboral a cancerígenos utilizando herramientas como el Sistema de Información sobre Exposición a Cancerígenos (CAREX, Carcinogen Exposure Database) que señala que 1 de cada 5 trabajadores/as del continente están expuestos a carcinógenos laborales (Takala, 2015). Se trata de una base de datos internacional a partir de la cual se ha elaborado una adaptación a la realidad española (CAREX-ESP). Los principales resultados de CAREX-ESP son que en España en el año 2004 estarían expuestos a agentes cancerígenos unos 5 millones de trabajadores/as (5.002.736), que en ese año representaban el 25,4% de los/as trabajadores/as ocupados/as.
En el cáncer etiológicamente relacionado con el trabajo, suele resultar difícil, si no imposible, establecer una causa específica y luego relacionarla con una exposición o un conjunto de exposiciones asociadas con el lugar de trabajo. Existe, además, una creciente conciencia del papel fundamental que las condiciones de trabajo desempeñan como determinantes de las desigualdades observadas en la incidencia del cáncer. Numerosos estudios identifican condiciones laborales que favorecen las exposiciones múltiples a carcinógenos como la subcontratación o el trabajo temporal y que dificultan la adopción de medidas efectivas de prevención.
El infradiagnóstico y la subdeclaración de las enfermedades profesionales ha sido un problema constante en nuestro entorno, de hecho, la declaración de los cánceres de origen laboral podría ser calificada en nuestro país de anecdótica.
La calificación de una enfermedad como EP adquiere especial relevancia tanto a nivel individual como colectivo, porque el reconocimiento de ese estatus legal, tiene entre otros, efectos compensatorios para el/la trabajador/a, de responsabilidades para el empresario, de puesta en marcha de medidas preventivas y conlleva la inclusión del caso en el registro oficial correspondiente. Si estos casos no constan en las estadísticas oficiales de los daños derivados del trabajo, es difícil incluirlos en los planes y programas de prevención de riesgos laborales; por tanto, el conocimiento del impacto de la enfermedad es el primer paso para el planteamiento e implementación de planes y programas que contribuyan al descenso de la incidencia de estas enfermedades.
La misión de este estudio es la de informar sobre la relación causal entre la patología y las condiciones de trabajo a las que ha estado expuesta la persona trabajadora y si procede la calificación de la enfermedad como de origen profesional por parte del INSS, organismo competente para calificar la contingencia.